¿Cual Humanismo?

16 Mayo, 2018

Por ERNESTO LUCENA

Con la crisis de la racionalidad y el humanismo que cubren toda la modernidad vale la pena darle una mirada al postmodernismo. Este no está en contra de la modernidad, si no que va más allá de ella. Es una visión del mundo y del ser conforme al acontecer. El paso de la economía de producción a la de consumo. Los medios de masas y el marketing se convierten en centros de poder. Tienen más valor la forma y la etiqueta que el contenido. Desaparece la ideología, ésta es reemplazada por el arte de la imagología, es decir, la imagen manipulada.

Los medios de masas trasmiten la primera verdad a medias, o distorsionada, pero a más de las veces, divulgan mentiras repetidas que se convierten en posverdades. Lo que no aparece en los medios es como si no existiera para la sociedad. Se busca la individualidad total. Todo es relativo y se piensa en demasiadas opciones. Predomina lo subjetivo para ver la realidad, se pierde la credibilidad en lo público, hay indiferencia ante la injusticia y las desigualdades, incluso sobre muchos actos delictivos. Desaparecen los idealismos, se impone el pragmatismo. Se acepta, aunque no se diga, que el fin justifica los medios.

Estamos viviendo la moral del éxito, la del ganador. El humanismo se reduce al asistencialismo. Desaparece el pensador, también el revolucionario. No existe diálogo, sino la imposición sobre el otro por el chantaje del poder, el dinero y la violencia. Los villanos y ruines se convierten en héroes de sus propias fechorías. La sexualidad se desdibuja y se hace indiferente. Se construyen falsos consensos sobre todo. Es tiempo de extremos con el cuerpo (tatuaje, piercings, cirugías). Se contradice el buen gusto, es un acto de rebeldía. Es el desapego y desarraigo de la cultura dominante. Se impone el figuro luego existo. No gobierna la razón sino la emoción soportada en las encuestas.

Es el desencanto con la modernidad, es el final de la dialéctica. Es el ESTADO de la ficción incapaz de organizar a la sociedad civil. Este es el postmodernismo. ¿Qué representa? ¿Es la decadencia? ¿Es el nuevo hombre? ¿Es el triunfo de la pulsión sobre la razón? ¿Es la respuesta del fracaso de la modernidad, o, es su superación? ¿En dónde cabe el humanismo? ¿En dónde el hedonismo ético?. Lo único que se ve triunfante es el nihilismo (creencia en que la vida no tiene sentido) y el capitalismo consumista.

Surgen nuevamente los defensores del humanismo, quienes presentan el manifiesto por un humanismo planetario tratando de rescatar los mejores valores de la modernidad. Dicen ser posposmodernistas, que resolverán los problemas de la humanidad con el concurso de la razón, la ciencia y el esfuerzo humano para superar la negatividad del postmodernismo mirando hacia la edad de la información. Plantean retomar las virtudes de la empatía y la corrección para una conducta ética. Quieren desarrollar el altruismo, la honestidad, sinceridad, confianza, lealtad, aprecio, gratitud, talento, cooperación. Intentan promover la cooperación, el autocontrol y la prudencia. En fin, una responsabilidad moral sin códigos puritanos. Se han suscrito varios manifiestos haciendo uso de la razón, pero pensando más con los deseos que con la realidad.

Estos retóricos de viejo cuño, pontífices de un neo-humanismo, se cuidan mucho de no promover reformas estructurales que terminen con las desigualdades, injusticias e inequidades, que son la real causa de la violencia, la pobreza y la ignorancia. Solo presentan la máscara de los derechos humanos, dentro de la lógica de un liberalismo económico individualista y egoísta. En el fondo lo que proponen es un asistencialismo paternalista y de caridad, a cambio de verdadera justicia social.

No se atreven a repensar una nueva democracia social, integral, en donde haya verdadera igualdad de oportunidades de bienestar. Todo parece ser la crónica anunciada de un nuevo racionalismo fracasado. En dónde está en la práctica, no en la teoría, el verdadero humanismo, el de la dignidad y de los derechos humanos?