La Colombia Humana juega el Torneo que decidirá el futuro del país

15 Junio, 2018

Por ELMER MONTAÑA

Mientras el país fija su atención en los seleccionados que disputan el Mundial de Futbol Rusia 2018, un excelente equipo de hombres y mujeres liderado por Gustavo Petro y Angela Róbledo, juegan el  torneo que decidirá el futuro del país.

Llenos de entusiasmo y fortaleza avanzan imbatibles en el terreno de juego, derrotando a peligrosos rivales que no han escatimado  jugar sucio, trampear, usar árbitros amañados, comprar los partidos e intentar dañar física y moralmente al capitán del equipo petrista.

Desde el inicio del campeonato,  el petrismo ha tenido que luchar contra el equipo uribista que representa a las mafias y codicia la banda presidencial para dejarla, una vez más,  en manos del mismo club de corruptos, clientelistas y delincuentes, del que hace parte una extensa lista de personajes siniestros, ampliamente reconocidos por la afición, entre quienes se encuentran: Alvaro Uribe, Cesar Gaviría, Andrés Pastrana, JJ Rendón, El Noño Elias, Kiko Gómez (condenado por parapolítica), La Gata, Popeye, Ramiro Suarez(condenado por parapolítica), Felix Acosta (condenado por corrupción), Juan José Garcia (ex congresista condenado por corrupción), Roberto Jiménez (hermano de alias Macaco), Juan Carlos Martinez (paramilitarismo), Sara Piedrahita Lyons (familia gobernador corrupto), William Montes(condenado por parapolítica), José Alfredo Gnecco (hijo del condenado exgobernador y hermano de Cielo, Lucas Gnecco).

En el onceno petrista se destacan Antanas Mockus, Claudia López, Antonio Navarro, German Navas Talero, Angelica Lozano, María José Pizarro, Francia Márquez Mina (premio ambiental Goldman) Gustavo Bolivar, John Maxwell Coetzee, (premio Nobel de Literatura) Peter Singer, (pensador australiano y precursor de los derechos de los animales) Thomas Piketty, (Premio Nobel de Economía),  quienes como dato curioso son líderes, nacionales y mundiales, reconocidos por su valentía,  brillantez y servicio a la humanidad y demás  carecen de antecedentes penales.

El equipo capitaneado por Petro logró despertar el entusiasmo de los colombianos que han visto en cada partido a jugadores entrenados que saben pararse muy bien en la cancha y exponen claramente las propuestas de la Colombia Humana, comprometiéndose a integrar un gobierno que siente las bases de una era de paz.

El juego vistoso, espontaneo y efectivo a la hora de anotar de la Colombia Humana, es fruto de una impecable estrategia y del diseño de un programa de gobierno que tiene el siguiente planteamiento ofensivo: niñas y niños serán educados en el amor y al servicio de su propia felicidad; la salud será un verdadero derecho: Salud pública, gratuita y preventiva para todos y todas sin ninguna restricción; el trabajo será generador de riqueza y libertad, trabajo decente que garantice condiciones dignas de remuneración, estabilidad, seguridad social y calidad, tanto en el campo como en la ciudad; el sistema judicial tendrá independencia y autonomía suficientes para cumplir sus fines libres de presiones indebidas y de corrupción; las campañas electorales serán financiadas totalmente por el Estado y se eliminará el control clientelista del presupuesto y las entidades políticas; los  órganos de control serán independientes de las políticas y las mafias; las personas van primero, se reconocerán las diversidadades y se implementarán políticas afirmativas, garantizando la inclusión social y la participación efectiva; habrá una política internacional orientada hacia el multilateralismo y la diversificación de las relaciones internacionales con las distintas regiones del mundo; existirá una reforma tributaria para la equidad, un gasto público transparente, una sostenibilidad fiscal basada en la productividad y la descentralización administrativa con recursos.

Antes de las eliminatorias, la Colombia Humana enfrentó los equipos liderados por Fajardo y De La Calle quienes dieron muestras de coherencia, honestidad e inteligencia. La derrota que sufrieron generó un enorme desconcierto en los aficionados, muchos de los cuales juraron no volver a los estadios de la democracia. Pero la posibilidad de un cambio que altere los resultados que se repiten cada cuatros años con los mismos corruptos y delincuentes  apoderándose del balón, para jugar solo ellos, en sus grandes, fértiles e improductivos terrenos de juego, es suficiente motivación para que este domingo acompañen al equipo de la Colombia Humana y den su voto por Gustavo Petro.

36 millones de Colombianos  están habilitados para votar, si participan masivamente y deciden por el cambio, por la Colombia Humana,  dejaremos de ser el tercer país más desigual del mundo, el primero más desigual en América Latina y el que menos invierte en educación por estudiante al año en América Latina, estudiar ya no será un privilegio ni el resultado de un sorteo, ni fruto de deudas impagables.  La paz y no la guerra será una realidad tangible.

El balón está una vez más en la gramilla, avanza el onceno de la Colombia Humana, reina ambiente de gol, el triunfo es inminente, el equipo uribista se nota nervioso e inseguro; todo el tiempo ha dependido de los trucos de su gurú, un técnico que en épocas pasadas fue venerado como un dios y ahora apesta a falsos positivos, chuzadas, masacres, torcidos; su voz es apenas audible y solo repite “castrochavista”,  el mantra que enseñó a sus seguidores para atacar al capitán de la Colombia Humana.

El equipo de la Colombia Humana enfrenta su último partido en estas eliminatorias, sus oponentes juegan enrevesados, insultan, amenazan con una crisis económica, inventan toda clase de mentiras, pierden el balón a cada momento, apelan a las faltas aprovechando que los árbitros miran para otro lado. Debido al sobrepeso de su capitán Duque,  el equipo Uribista perdió el ritmo y se nota fatigado.

Sí nada extraño ocurre, a las cuatro de la tarde del 17 de junio de 2018 terminará este encuentro con una estruendosa victoria, por goleada, de los colombianos y colombianas que fuimos capaces de meter nuestros sueños en una urna y votamos por Gustavo Petro.