Cadenas de whatsapp y otras cadenas

11 Noviembre, 2018

Por SANDRA ORÓSTEGUI

“Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.” Con estas palabras Estanislao Zuleta va poniendo punto final a su famoso Elogio de la dificultad.

Dos siglos después de la estremecedora afirmación de Dostoievsky y 38 años después de que lo retomara Zuleta, las cadenas se difunden abiertamente.  

En Estados Unidos, a principios de 2018, los jóvenes empezaron a consumir jabón para lavar ropa, el famoso Tide pod challenge. Las autoridades lo consideraron un problema de salud pública, pues aproximadamente 6 niños murieron y miles estaban intoxicados.  La empresa creó un mensaje en el que el jugador de los New Englant Patriots, Rob Gronkowski, les decía que el jabón era para lavar ropa, no para comer.

La semana pasada murió un hombre linchado en Ciudad Bolívar porque una cadena de whatsapp afirmaba que se había robado a un niño. En India, a hoy, van más de 3 personas asesinadas y más de una docena linchada como consecuencia de los mensajes enviados por cadenas de whatsapp.

Las autoridades, los medios y hasta las celebridades han invitado a que se verifiquen los contenidos, se analice la veracidad de la información, se corrobore la procedencia de los mensajes. En definitiva, a que se cuestione, se pregunte, se ponga en duda, se critique. Pero, como lo supo el gran Dostoievski y, en general, los grandes sabios de la Humanidad, pensar es una tarea tan ardua que sus impulsores han sido devorados por la colectividad fanática que prefiere las verdades a medias y seguras, a las realidades riesgosas e indeterminadas.

#Rompelacadena es la campaña de la Policía Nacional y resulta paradójica si se piensa que es la institución encadenadora por excelencia. De ahí que, si la policía es más libre y crítica que los ciudadanos, la Democracia está en riesgo y, por supuesto, las libertades conquistadas.

Dicen que Bolsonaro ganó, en parte, gracias a las cadenas de whatsapp que se crearon para desprestigiar a la izquierda. Dicen que el triunfo de Donald Trump fue fruto del sabotaje en redes orquestado por el gobierno de Putin. Dicen que el Brexit ganó gracias a la desinformación que tuvo la mayoría de la población. Dicen que la propaganda negra contra el plebiscito, del proceso de paz en Colombia, fue la causante del triunfo del No.

Las cadenas matan, pero sobre todo, reflejan la persistencia del espíritu vasallo y obediente del ser humano. Aun con todos los adelantos tecnológicos y los avances científicos conseguidos, parece que el ser humano puede llegar a la luna, pero aún le queda imposible liberarse de la voz que le ordena ser un súbdito.